Una amiga de mi amiga repite por la milésima vez la escena tan urbana de conversar con el taxista.
En la actualidad, y gracias a las aplicaciones como Uber, Cabify y Sara, esta escena tiene un nuevo y sorpresivo final. Al terminar un viaje podes dar puntaje al encargado de tu viaje.
La amiga de mi amiga entró al Uber para encontrarse con un sujeto, en todo, desagradable. De esos cuya pelada sudada y panza de cerveza llegan a ser obscenas. Entre que se acomodaba en el asiento procurando mirar lo menos posible a quien viajaría a su lado, le pasaron por la cabeza algunos datos, como por ejemplo el precio de los masajes anticelulíticos, o de teñir las canas.
Concluyó en silencio que la obscenidad de esa panza no está en su dimensión ni en los pelos que se escapan por entre los botones de la camisa. Está en el permiso social que tienen para lucirla los varones. Está en la autoestima que llevan pese a esos kilos demás.
La amiga de mi amiga es una mujer bastante llamativa y los comentarios del Sr. Conductor no se hicieron esperar.
- “ Vos sabes que el otro día subió una chica así linda como vos, y el viaje era pool viste, ese viaje compartido. Los muchachos que iban atrás le iban re tirando los galgos”
A lo que mi amiga, preparada para estas cosas, contestó con una frase que lleva como un talismán y suele ser eficaz en estas situaciones:
- “ Mira vos, y a mi que me gustan las chicas.”
Es mentira, pero suele ser los suficiente contundente para silenciar el enemigo. Pero en este caso, el interlocutor era un poco más duro que eso. Y siguió interpelándola.
- “Ah mira, vos sabes que nosotros tenemos una pareja de amigas lesbianas. Pero eso sí delante de mis nenas ellas nunca se besan. Es una falta de respeto viste.”
La amiga de mi amiga comprende que se metió en camisa de once varas. ¿Que hacer ahora? ¿Explicarle lo terrible de discriminatorio de su comentario? ¿Procurar hacerlo entrar en razón diciendo que si fueran un chico y una chica sería lo mismo? ¿Será capaz de entender este señor que tolerar a su pareja de amigas sigue siendo estar en una posición de superioridad en la que él decide que tolera y que no?
La amiga de mi amiga decide cambiar de asunto, porque comprende que se equivocó y que no vale la pena discutir.
Para eso le pregunta que tal el negocio del uber, que como va, que cuánta plata hace por mes y si le conviene con el auto.
La respuesta:
- “No mirá conviene más Cabify. Yo con Cabify ganaba mejor. Pero era un problema porque me peleaba todos los días con mi señora para que me planchara la camisa. Así que me pasé a uber de vuelta, y así puedo andar como quiero.”
La amiga de mi amiga escuchó con alivio la voz del GPS que decía “has llegado a tu destino”.
Salió aliviada del Uber, mientras recorría la secuencia de la conversación mentalmente. Quiso analizarla, pero se sentía tan incómoda que prefirió olvidarse. Hasta hoy, cuándo tuvo que pedir un nuevo Uber para regresar a su casa y le apareció en la pantalla el pedido de puntaje para el chofer anterior.
¿Que puntaje le darías vos a este señor? ¿Cuántas estrellas?
Todas las mujeres escuchamos estas y otras pequeñas dosis de violencia todos los días. Ya a veces ya no queremos luchar más, nos limitamos a sentirnos incómodas y corrernos de esa situación. Pero hay maneras de navegar todo esto con más gracia y menos bronca.
Estaremos haciendo nuestro primer evento ya en el día 27 en Palermo, en Negroni. Será el primer after de Una amiga de mi amiga al que te podes unir para contarnos tu historia.
Podes leer el blog (unaamigademiamiga.blogspot. com) o seguirnos en Facebook (una amiga de mi amiga e Instagram (una amiga de mi amiga)
Comentarios
Publicar un comentario