Una amiga de mi amiga nos hace llegar una historia, por audios de whats app.
La que quiera enviarme una historia, estaré disponible en el 1567802264, prometo escuchar y contestar por este medio cada una de las historias que me confíen, manteniendo vuestro anonimato y consultando con uds. la versión final de los textos antes de publicarla.
Myriam X. salía en sus tiempos de soltería. Tenía un chongo de esos con quien se tiene esa “piel” que parece que vas dejar cada centímetro de la cama encendida en llamas. Lo conoce por una app que existía hace unos años, que se llamaba “adopta un chico”. Refiere Myriam con gran naturalidad y aceptación que en ese entonces usaba más que una app para conocer personas. Es destacable su capacidad de mencionarlo de forma alegre y disfrutable, como realmente estas redes tendrían que ser. Esta historia ya tiene algunos años, eran otros tiempos, tiempos de “Zonacitas” y de “Badoo”, antes de que el boom de Tinder. Este boom que observamos en los últimos 6/7 años dio lugar a que sus usuarios pudieran pervertir estos espacios. Asoma en su relato una joven segura y sana, con lo cual, pese a lo que nos comparte, pudo salir de esta historia con relativa gracia y muy a tiempo. Este es un ejemplo de como el Stalkeo* y la atención a las banderas rojas pueden ser buenas formas de descubrir un narciso, un psicópata o simplemente un pibe que hace un uso abusivo de la plataforma, por inmaduro probablemente.
Capítulo 1 – El encuentro
Conoce un muchacho en estas redes. Pasan de la app al whats app. Hay cosas buenas y malas. Hay cierta autenticidad. Se avanza. Se llega a la primera cita y si bien no hay una atracción física espectacular hay mucha atracción por la charla, el impacto, la seducción y la buena onda. Esto es algo positivo a tener en cuenta. Lo cierto es que estamos juzgando mucho por lo físico en estas apps y la verdad es que hay que darse una oportunidad, aun cuando la persona no nos parece la más atractiva del mundo.
Capítulo 2 – La sospecha
Empiezan una alegre relación “chongueril”. Sin título, sin compromiso, compartir momentos, disfrute, mucha piel, mucho disfrute sexual, comida, charla, una casa divina que era de los padres que viajaban, una promesa de llevarla a la casa de la pileta de los padres, sentido de humor, ok… pero se tenían que ver siempre cuándo él quería. Y ahí se le empezó a prender la lámpara la desconfianza.
Capítulo 3 – El perfil falso
Eran otros tiempos y se podía stalkear de otros modos. Se podía filtrar por características. Y de ese modo Myriam X. y su amiga Nadia Y., deciden lo siguiente. Nadia Y. (aguante esta compinche, mi enorme abrazo a ella y a todas las Thelmas y Louises que nos hacemos el aguante) haría un perfil falso y buscaría el chico este en la red de citas. Y empezaría a hablar con él. Y el chico este, mordió el anzuelo. Empezó a chatear con el perfil falso. Y las dos amigas vigilaban. Rápidamente llegaron a la conclusión que cuándo no le respondía a una era porque estaba hablando con otra. Este ardil de espionaje digno de un episodio de “Los Simuladores” nos permite llegar a una importante conclusión. Cuando demoran en hablarte, no es que están sin batería, ni sin red, ni que no quisieron molestarte, ni que dejaron el teléfono en casa… Amiga el que habla con vos en estas redes, habla con varias. Es lo esperable y es lo que va a pasar. Vos esperas conocer uno para dejar la red la espera tener en la red un suministro infinito. (Ver texto de Telma Eloísa).
Capítulo 4 – El Stalking y el Twitt choto
Cuando algo de lo que le decía a Nadia Y. le hizo ruido a Myriam X., se empeñaba en stalkear. Dice que se volvió una experta en investigar el perfil y saber si tenía Facebook, twitter, lo que fuera que le permitiera cosechar un poco más de evidencia, descubrir alguna pista o conocer alguna cuestión útil para responder a la gran pregunta. ¿Quien es al fin esta persona? Al final, cuándo se sale con alguien por estas redes no se sabe quién es, puede ser todo completamente falso. Y no pueden decirnos nada por esto señores, porque realmente lo que tenemos, es miedo. Con lo cual, stalckeamos, por seguridad y si bien es lamentable hay que hacerlo. Yo stalkee, tu stalkeaste, una amiga de mi amiga stalkeo y gracias a eso estamos vivas quizás.
En este proceso nuestra Detective cibernética le descubrió un Twitt. Si, un Twitt, donde había puesto un comentario sobre la forma como ella lo había recibido, un día después de que él se había quedado en su casa por primera vez. Ella preparó un desayuno en esa mañana. Y el twiteo, al día siguiente “al final la piba que no te gustaba mucho, te trae el desayuno a la cama”. Y Myriam X. piensa, “que choto, es así que me ve…” Y si, la veía como alguien que no le gustaba tanto, pero la seguía viendo. ¿Qué hacer? ¿Preguntar? ¿Y si no le gustaba la respuesta?
Capítulo 5 – La Emboscada
No contenta con esta situación, pero también con miedo de hacer las preguntas que la situación ameritaba de manera asertiva, Myriam X. y su amiga Nadia Y. reanudan el trabajo de espionaje e inteligencia y le dan a este relato su rocambolesco clímax. Arman una trampa. Myriam lo invita a que pasen el día juntos, y Nadia, lo invita a conocerse en el mismo día, pero a las 4 de la tarde en un recital al aire libre. Myriam observó entre sorprendida y entristecida como fue tan fácil hacerlo morder el anzuelo. Escuchó atentamente la excusa “a las 16hs del domingo tengo que ir a acompañar a mi abuela a hacerse un estudio” y observó sin parpadear lo elegante de la camisa planchada y perfumada que se puso para ir a “ver a la abuela”. Y fue hasta el mismo recital. Donde él evidentemente estaba esperando conocer a Nadia Y. con la diferencia que Nadia Y. obviamente no apareció. Estaba muy ocupada sujetando la mano de Myriam X. quien observaba atónita la escena.
Epílogo
Lo que pasó esa noche y durante las siguientes semanas podría haber ocurrido de esa o de muchas otras formas. Como lo resolvieron, ya es cosa de Myriam, Nadia y este muchacho. Lo importante es que en ese instante ella supo que no podía continuar con este simulacro, ni tampoco con esta relación con una persona que evidentemente disfrutaba de su compañía sí, pero no estaba interesado en involucrarse más, triangulaba esta relación con otras y estaba dispuesto a mentir descaradamente. Supo confrontarlo, si bien tardíamente y supo reconocer que le seguía mintiendo. Supo correrse y pudo iniciar otro vínculo más sano, con quien es hoy su actual pareja y con quien descubrió que tiene todavía más piel, de esa hermosa piel que viene de los vínculos que se construyen en confianza y diálogo.
Devolución - Las preguntas que no se hacen
Querida Myriam X. gracias por confiarme tu historia que reproduzco arriba, resumida, conforme la reconstrucción que pude hacer con tus audios.
Antes que nada, te agradezco los detalles, la armonía y buen humor del relato.
De tu relato destaco la forma alegre y divertida cómo pudiste transitar todo este proceso de salir por las redes, que para muchas personas sigue siendo un motivo de trauma. Es testigo de una extraordinaria salud mental, capacidad de goce sano y contacto con tus verdaderas necesidades y deseos, y por todo eso te felicito. Ojalá sigas siempre así.
Pero, tal como vos misma decís, en algún punto tenías con esta persona tanto apego sexual que tomabas algunas actitudes totalmente irracionales en tu búsqueda por conocerlo y por verlo. Y a su vez llama la atención la cantidad de preguntas que se alinearon en tu cabeza listas para ser formuladas y no lo fueron nunca.
A veces hacemos esto Myriam. No hacemos las preguntas que tenemos que hacer porque nos da miedo la respuesta que podemos encontrar. Las preguntas hechas y bien respondidas habilitan decisiones. Abren espacios en lo que puede llegar a haber perdidas. Y peor, espacios donde somos confrontadas con la única decisión correcta: renunciar conscientemente y de libre voluntad a aquello que queremos conservar.
Lo que quiero decir es que si le hubieras preguntado si salía con otras personas y te hubiera dicho que sí, quizás la única decisión coherente contigo misma hubiese sido dejarlo. Si le hubieses preguntado si te estaba usando y te hubiera dicho que sí, ídem anterior.
Muchas veces nos “engañamos” a nosotras mismas, evitando preguntas que romperían ilusiones porque queremos seguir agarradas a la ilusión un poquito más. Mientras no le pregunto no sé y si no sé me permito a mí misma seguir esperando. Nos decimos a nosotras mismas que no nos importa y que lo estamos disfrutando y la verdad es que estamos creando la expectativa de que, si nos quedamos un poquito más en el vínculo abusivo, el otro algún día va a dejar de usarnos para descubrir que al final nos quiere.
Hacemos lo mismo con el whats app. No miramos el celu varias horas porque mientras no lo miramos, no sabemos si nos contestó o no el mensaje y podemos seguir con la ilusión.
Ahora bien, cuando vos lo emboscaste para verlo en el recital donde viste con tus propios ojos que estaba esperando a otra (que no era más que tu amiga), lo cierto es que viste que sí, salía con otras. Si te mentía. Y recién ahí, ante esa evidencia tan fuerte y esa experiencia que podía haber terminado tan mal tuviste el coraje de confrontarlo. Y de consecuentemente alejarte, porque ahora, tenías clarísimas sus mentiras. Ante la experiencia exagerada de la evidencia pudiste al fin poner un límite.
¿Sabes por qué no hacemos preguntas Myriam? Porque tenemos miedo de, ante un diálogo no tener la fortaleza yoica para poner el límite. Porque pensamos que no querer estar en esa situación en la que no somos ni elegidas ni preferidas, no es razón suficiente para dejar el vínculo tóxico. Nos falta muchísimo entrenamiento en asertividad y en estar en contacto con nuestro deseo y asumir que nuestro deseo es bueno y es válido.
Y al ser así ¿qué hacemos? Buscamos una situación dramática, una evidencia tan fuerte que no nos permita seguir estando. Por eso armaste todo esto.
No estás loca, ni es un disparate. Algunas lectoras dirán que no empatizan contigo y les aclaro, que, en este cuento, la agredida es Myriam. Myriam solo hizo lo que tenía que hacer para conseguirse despegar. Más adelante, y estando con su nueva pareja, con quien consiguió una intimidad todavía más satisfactoria, este muchacho volvió a llamarla y a proponerle reencontrarse y tener sexo (fenómeno de hoovering, ver texto preguntas frecuentes). Y ella muy calmamente sostuvo su postura y lo declinó. Ya estaba a salvo, en pleno contacto con su deseo y respecto por sí misma.
*Se dice Stalkeo, como deformación del inglés Stalking, que significa perseguir. Investigar los perfiles de la persona en todas las redes sociales es una de las prácticas más comunes de stalking y se llama “inteligencia de redes abiertas”. Tener en cuenta, según nuestro especialista en ciberseguridad algunas prácticas de stalking son actualmente consideradas crimen según la ley argentina. (obviamente dudo que en tribunal eso se sostenga, pero por las dudas les informo).
Es la historia de todas. Gracias!
ResponderBorrarMe sorprendí de verificar lo común que era.
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