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Comer sin culpa - De la série "Consultório sentimental"

Una amiga de mi amiga el otro día planteó el siguiente problema. Hola Manu, te escribo con el problema de una amiga de mi amiga, haha. Digo "una amiga de mi amiga" porque lo cierto es que el pensamiento este, hasta me da vergüenza. Seré una interesada? Una materialista arrastrada... Quizás soy mala persona. Quizás es la inflación ahora de los alimentos por la guerra, no sé. Lo que sé en que en mi casa, por lo general, la que paga la comida soy yo y no sé cómo es posible, pero soy la que menos come. Soy la que tiene el mejor trabajo, tengo sueldo fijo, en todo caso porque hice por eso. Si eso hace de mí una mujer poco femenina, pues nada, seré así, porque ya pasé mucho hambre en mi casa cuándo era chica, así que ahora basta, yo mal no voy a comer. Lo cierto es que en mi casa materna cada vez que pedía servirme una segunda vez de cualquier plato lo que recibía era un grito y la mirada helada de mi padre. También veía algo super extraño que era que mi abuela, la que vivía con nosotros, ocultaba comida en los armarios y comía escondida en la cocina. Un par de veces, la pillé de noche. Son cosas que hasta hoy me cuesta creer y entender. Por ejemplo, el plato de las patatas fritas, era siempre pequeño y siempre puesto al lado del lugar de sentarse de mi padre. Tal vez no recuerdo bien, eran pequeñas cosas, muy sutiles. La única que me dejó sin dudas, fué cuando ya estaba en la facultad, viviendo en otra ciudad y en una video llamada por skype, que era la tecnología de ese momento, vi que mis padres, comiendo en casa solos le estaban entrando a una mousse de salmón con camarones, cosa que en casa, nunca había cuándo yo estaba. Pero el motivo que te quiero contar es otro. Gracias a Dios, hace muchos años que como lo que quiero y que me lo pago yo. Con mi marido, al inicio todo bien porque más o menos dividiamos las cosas, pero bueno cuándo se quedó en el paro y ahora con trabajos intermitentes, tuve que ser yo la que se ponía con los pagos. Y bueno, ¿es lo que una pareja tiene que hacer? Pero el tema es que justo eso coincidió con una necesidad mía de bajar de peso. Y empecé a comer cosas más simples, sin tanta mayonesa, se dejó de comprar crema por ejemplo, embutidos, cosas así. Pués el señor reclamó que las quería igual. Entonces se las tengo que comprar y yo no las como. También quise dejar de comer fritos y bueno a veces a él hay que hacerle las patatas fritas igual porque no se puede adaptar al menú de otro y al fin si quiero perder peso es mi problema. O sea que aparte de pagar el doble también trabajo el doble. Se lo planteé y le dije que no me sentía apoyada en mi decisión de bajar de peso. Pués me dijo que tenía razón y que me apoyaría en mi proyecto ayudándome a regular las comidas. Y ahora, que es lo que hace... Pués se encarga de servir los platos, y a su plato le pone más del doble y al mío la mitad. Me sirve unos platos raquíticos mientras él devora una comida completa que encima acompaña con pan y cerveza. Y la que paga todo, hace más de 6 meses, soy yo. Al principio encima, todo esto me parecía bien, y hasta vimos unas fotos en internet en que dicen que el "plato de ella y el plato de él" no tienen que ser iguales porque ellos necesitan más carbohidratos y más que se yo qué. Pero ahora que lo pienso, al final la que paga soy yo y la que come menos soy yo. ¿Esto está bien? ¿Es lo justo? Estoy siendo una mala persona por plantearme esto? Quizás no es muy feminista mi punto de vista, al final soy yo la que lleva la economía de la casa y debería estar contenta con eso y he logrado liberarme de las reglas de mis padres. Pero con toda esta historia de la perdida de peso, veo que muchas mujeres lo que hacemos es comer menos. Ganamos lo mismo y comemos menos. Aportamos igual o más en nuestras casas y comemos menos cantidad. ?Pués que chulo esto para la economía del hombre no? Me pregunto hasta que punto la dieta está o no ayudando y hasta qué punto pensar esto está bien o mal. No sé si hago sentido. Aguardo tu respuesta. Con Hambre, Mel Querida Mel, espero que leas este correo comiendo un delicioso Brunch y para que te caiga bien te cuento, HACES TODO EL SENTIDO. Te entiendo perfectamente y aunque no lo hayas advertido, estás poniendo el dedo en una tremenda llaga que nadie parecería estar advirtiendo, que es como la cultura de la dieta y del cuerpo magro le sirve al patriarcado para tenernos permanentemente oprimidas, hambrientas, desprovistas de placer, fácilmente dominables y encima financiando con nuestro trabajo esta misma estructura y convencidas que debilitarnos permanentemente es cuidarnos. Pero entiendo que esto es truculento de entender así que vamos por partes. Para empezar te cuento que históricamente existen numerosos registros de cómo, ya en el tiempo de los Romanos, los alimentos de mejor calidad eran reservados para los hombres. La alimentación parecería ser que siempre estuvo bastante dividida. Recuerdo que en mi casa, mi abuela que también vivió con nosotros reservaba los bifes de res más grandes para mi padre y mi hermano "porque eran hombres", hasta que mi madre le puso límite y le dijo que en casa comíamos todos igual cantidad y calidad. Pero fijate que no estamos tan lejanas en generaciones.Si te fijas esta cuestión de "reserva del mejor alimento al varón" está por todos lados. Atraviesa nuestra cultura y otras similares. Recuerdo leer un relato sobre las cuadrigas de cosecha en Mendoza, donde las mujeres cocinaban con tocino y carne molida la comida de los varones mientras ellas solo comían tortitas de maíz, o la escena de la série "MADMEN" en que la esposa de Donald Draper, al recibir un invitado sorpresa, le sirve los dos bifes de lomo al marido y al invitado mientras ella come una ensalada y les dice muy sonriente que de vez en cuándo es vegetariana. Donde hurguemos un poquito, está ahí no más a la vista. La alimentación es un lugar más de poder del que algunos y algunas se agarran. Ahora bien, estamos en una época un poco diferente de los 50 de Madmen. Estamos en los años en los que la independencia financiera de la mujer o al menos su presencia sólida en el mercado laboral se han consolidado, y por ende ya hace algunos años que pagamos lo que comemos con trabajo remunerado. También estamos atravesando los años de la independencia sexual, porque podemos prevenir embarazos no deseados gracias a los avances de la ciencia (pese a que aun sea a costa de nuestros cuerpos) e inclusive somos mucho menos pudorosas y podemos disfrutar la sexualidad sin culpa. Pero, ¿Podemos comer sin culpa? ¿Podemos amar sin culpa? Evidentemente la respuesta es no. La respuesta del orden patriarcal a nuestro deseo de amar y expresión de emociones, es "el castigo del deseo" de que hablan Rita Segato y Tamara Tenenbaum. Cada vez que la mujer expresa deseo de vincularse, el hombre estaría respondiendo con un " no somos nada" o " deja que fluya" tan característico y aparentemente aceptado por la llamada "generación del amor líquido" (Concepto este de Bauman). Y la cultura de la dieta, del cuerpo magro, hegemónico, pues bien, ¿qué te parece? Lo estás viendo perfectamente querida Mel. La cultura de la dieta es la respuesta del orden patriarcal a nuestro deseo de disfrutar de la comida. Es útil para muchísimas cosas, en particular para que compremos más, comamos menos y estemos más dominables por estar débiles. Fíjate lo redondo que es el negocio. Pones igual de plata en tu casa y comes menos, "por tu bien", porque "queres" adelgazar. Tenemos entonces un contribuyente, que aporta lo mismo en dinero, muchas veces aporta también mucho más en trabajo y que consume la mitad que el otro contribuyente y lo hace voluntariamente y sin quejarse. A ti lo que te molesta es que estás abriendo los ojos y que este negocio no te está cerrando por ningún lado. Querida Mel, tenes razón. Estás en lo cierto amiga. Te cuento un par de cosas: Primero, no pasa nada, pero en serio de verdad que no pasa nada si comes más que tu marido o igual que tu marido. No hay "plato para la mujer y plato para el hombre" como vemos en esas imágenes de instagram de las dieta fit y keto y que se yo que otro disparate. Podes comer lo mismo. Come lo que tengas que comer para estar satisfecha y tener energía para llevar adelante tu día. Segundo, si no estás contenta con tu cuerpo (como casi ninguna de nosotras está), trabaja esa idea. Fíjate si podes seguir en tu instagram cuentas de cuerpos no hegemónicos. Hay algunas buenas. Mujeres que no fueron tapa, Mi cuerpo sin reglas, el cuerpo que somos, Nutre tu ser. Hay varias influencers que son modelos y que ganaron peso con los años y lo asumen. Y lo muestran. Hay fotógrafas que hacen fotos lindísimas mostrando que hay belleza en todos los cuerpos. Comienza a seguir todo eso, borra los cuerpos hegemónicos de tu muro y verás como te empieza a cambiar la mentalidad y a aflojar la rigidez de lo que crees que está bien o mal. Esto es solo un comienzo, desconstruir la insatisfacción con nuestro cuerpo es algo que tarda mucho. Llevalo con mucha calma y sé muy compasiva contigo misma en este proceso. Por fin, con tu marido vas a tener que renegociar la redistribución de los gastos y del trabajo, porque si quiere patatas fritas con mayonesa, ¿ puede comprarlas y hacerlas él no? Si es cierto que a veces una pareja pasa por momentos dificiles al haber un miembro que no tiene trabajo, procuren resolver ese problema lo antes posible para poder volver a equilibrarse, pero ni se te ocurra equilibrar esa balanza con menos comida. Sé que estás de acuerdo conmigo porque lo veo en tu relato. Te dejaste llevar por la imagen esa del plato para la mujer y plato para el hombre, y tu marido quizás también. Pero es una idea errada, desconstruyanse juntos, conversenlo y procuren nuevas formas de apoyarse. Les deseo muchas felicidades y muchas cenas pantagruélicas para festejarlo. Gracias por escribirme con tu relato tan sagaz. Te mando un abrazo. Manu

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