El Síndrome de Estocolmo, podría resumirse de modo muy breve, como un enamoramiento que la víctima de un rapto o cautiverio desarrolla con su captor o carcelero como objeto de amor, de modo defensivo ante una amenaza extrema (la de estar a merced de su captor) para lograr sobrevivir a esa situación sin que su mente se fracture o se enferme.
Quise definirlo de modo simple. Esto es lo más simple que me salió… Por suerte casi todas conocemos el término, aunque más no sea a través de la bella Estocolmo enamorada de su Denver en la Casa de papel. Pero lo voy a explicar con una historia, la misma historia del síndrome de Estocolmo. ¿Vieron la serie de Netflix CLARK? Está basada en la vida del estafador (totalmente narcisado y psicopatado) Clark Olofsson.
Pues justamente este señor es quién inaugura el síndrome que hoy discutimos. Una de sus muchas fechorías, tiene lugar en la Ciudad de Estocolmo, donde durante un asalto a un banco, nuestro carismático Clark mantiene varias víctimas en cautiverio, como rehenes para poder negociar su salida de dicho lugar en seguridad. Resulta que algun@s, se enamoraron del muchacho.
Es allí, en la capital sueca, donde se acuñó la expresión, en los años setenta, del síndrome de Estocolmo, utilizado desde entonces para describir, en casos de secuestro o toma de rehenes, el afecto irracional de las víctimas hacia quienes las tienen en su poder.
¿Va quedando más claro no? Una víctima en cautiverio no tiene otra forma de convivir con su realidad amenazante y para sobrevivir desarrolla un extravagante e inexplicable afecto, totalmente funcional a su supervivencia momentánea y a la preservación de su salud mental.
Algo así como, amar de modo enfermizo en escenarios de extrema exposición a quienes, justamente, hicieron méritos para NO merecerlo, tan solo porque de otro modo, entendemos que nos moriríamos.
¿Ahora que sería la dependencia de un narcisista abusivo, o la codependencia emocional? ¿O que sería el vínculo traumático?
El vínculo traumático es una modalidad relacional forzada, en la cual un depredador emocional, (abierto o camuflado) utiliza técnicas de manipulación y confusión, particularmente el refuerzo intermitente de estímulos buenos y malos, para generar en la víctima una dependencia irracional de su persona.
El primer objetivo de la implementación de esta técnica de dominio, es justamente someter a la víctima y tenerla bajo su alzada, pudiendo maltratarla por puro entretenimiento con la tranquilidad que la víctima no se retirará. El vínculo traumático es un grillete invisible, pero sumamente eficaz.
El segundo objetivo del victimario será degradar la víctima y por fin descartarla, tan solo para volver a recuperarla cuántas veces quiere. Tiene placer en destruir la mente de la víctima y sentir el placer de tener poder sobre ella de modo ilimitado.
La víctima se mantiene ahí, casi cuidando la relación que no puede dejar, procurando justiciar agresiones y perdonar mentiras, haciendo un esfuerzo irracional e inexplicable por permanecer enamorada de quién ha demostrado, en repetidas ocasiones, NO ser merecedor de ese amor.
La diferencia evidente entre ambas, es que la primera, describe exclusivamente casos ocurridos en secuestro o cautiverio mientras que la segunda ocurre con frecuencia y en el día a día. Por otro lado, la primera parecería ser más aleatoria, pudiendo quizás desenvolver este síndrome defensivo cualquier persona en esa situación. La segunda, sabemos que requiere de dos participantes activos y conocemos las características de la víctima, que aun siendo participante de la díada abusiva no lo es por su voluntad. La víctima de abuso emocional participa de dicha dinámica por haber sido seducida y abducida por un depredador que decide abusarla y que la elije por su historia de severos maltratos y privaciones anteriores que la debilitaron y que tampoco eligió.
Sin embargo, podemos leer también algunas similitudes. Ambas víctimas son abducidas y dominadas. Ambas víctimas se encuentran a merced del depredador sin poder salir, ambas están asustadas y confundidas.
Casi podríamos colocar la hipótesis, (guardando la distancia de los conceptos, ya que son síndromes diferentes) ¿personas que padecen abuso quedan ancladas en una especie de “encantamiento” ilusorio que les permite sostener la relación disfuncional?
Algo de eso hay. Y eso tan solo hace estos perpetradores de abuso aún más peligrosos.
Pero la hipótesis que más me hace pensar es la de una amiga de una amiga mía, muy inteligente en sus análisis. Sostiene dicha persona que “todas las mujeres tenemos de algún modo, o en algún momento de nuestras vidas un Síndrome de Estocolmo ligero, funcional lo suficiente para enamorarnos pese a los sistemáticos maltratos que el amor contemporáneo nos infringe, particularmente como género”. Por supuesto estamos hablando de la opinión de una feminista informada hablando de su experiencia hetero/cis, o sea, una UADMA más.
¿Que piensan al respecto? A mí me gusta su teoría, la siento muy cercana, algo así como un síndrome funcional a la propagación de la especie pese a la clara degradación actual de sus sistemas e vínculos e instituciones.
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Quién es Manuela Silva
Manuela es la mujer real por detrás de la voz literaria de UADMA.
Es Psicóloga Clínica, Posgraduada en Criminología, Perito de Oficio y Magister en Psicología Organizacional.
Ah!!..., y sobreviviente de abuso psicopático y narcisista.
Después de una sólida actuación en los ámbitos forense y laboral, incursiona la clínica psicológica con su metodología propia, diseñada exclusivamente para mujeres víctimas de abuso emocional.
Manuela plantea una metodología de psi coeducación combinada con el atravesar de experiencias en grupo como el método más ágil para trabajar en estos casos.
Ha atendido mujeres alrededor de todo el planeta, haciéndolo en español, inglés y portugués. Concluyó que, en todos los lugares, las emociones y las dudas son las mismas, las batallas mentales de la recuperación idénticas y los caminos de finalización de vínculos y recuperación posterior posibles, si bien nunca exentos de dolor.
Inicia el proyecto UADMA en el año 2019 y viene desempeñándose desde ese entonces, con intervenciones terapéuticas individuales y grupales.
El grupo UADMA, funciona orgullosamente desde junio de 2021.
Una amiga de mi amiga, acaba de regresar de su primer viaje sola. La otra amiga de mi amiga está enamorada de un hombre que le dice que no quiere compromisos y que quiere que las cosas fluyan. Tienen todavía otra amiga que, en una cena, confesó con pudor que no le gustaba dar la teta en público. Tuvo cierto temor a recibir comentarios poco empáticos. Una cuarta amiga de este grupo, faltó a la cena porque tuvo que quedarse cuidando al hijo de la pareja. Al final, él tenía que salir con los amigos y la madre de la criatura no se podía quedar porque no era su fin de semana. La que vino con ella, está empezando a sentir una atracción por su jefa, y no sabe cómo lidiar con esto. Cuando decidió irse, la amiga de mi amiga pidió un “uber” pero le recomendaron la aplicación “sara”, igual al “uber”, donde todas las choferes y pasajeras son mujeres. Esta amiga, tiene dos hijos varones, y pasó todo el viaje pensando que, si para sentirnos más seguras tenemos que constru
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